Thursday, February 12, 2009

CITAS DE AMOR


Tonatiuh Meaney

Supe que Teresa no era muda hasta después de nuestra primera relación. Platicábamos al hacer el amor, o quizá hacíamos el amor mientras ella platicaba. Al principio las citas eran en el salón de usos múltiples de la preparatoria. “Me dijiste te amo”, “eres maravilloso”.

Me di cuenta de que el tipo de enunciados cambió cuando me aclaró con gesto de éxtasis, “Cristo dijo, amaos los unos a los otros”. También durante el coito me informó sobre su vida y en ocasiones de la de sus antiguos amantes; del primer novio, segundo, tercero, cuarto y .... quinto que era yo, antes de conocerla. “El tenía otra técnica, lo movía de izquierda a derecha y de abajo hacia arriba simulando una órbita terrestre como la que describe Kepler”.

Conforme el que calla otorga, la charla fue subiendo de tono hasta que llegó a sus inclinaciones filosóficas. Cuando entró a la universidad los objetos de sus comentarios dejaron de ser los amantes y/o maestros, entonces comenzamos a vernos en los cubículos de su facultad. El lema: cada cubículo un cuarto, y cada cuarto, un cubículo.

Mientras estaba dentro de ella, me explicaba las cinco tesis filosóficas de Mao de las cuales sólo entendía aquella que nunca supe si sí era o no de Mao, esa de que si un chino no ama a Mao no ama a China. O al dirigir esas manos sabias mi pene hacia su vagina, me hablaba de lo que era para Kant la cosas misma. “Eres materia y forma”: Aristóteles. “¿Qué lo metería en forma? ¿Qué forma?”. “Esto es pecado, pero éste va unido a la virtud”: San Agustín. “Pues al menos esta pecata no es minuta”. “Primero pienso, luego existo”: Descartes. “No lo descartes”. “Nada es alma, todo es cuerpo”: Hobbes. “Estoy deacuerpo”. “Angustia es pecado”: Kierkegaard. “Estamos pecando, ¿estamos angustiados?”. “Sí como no”. “Pero no soy cristiana”: Russell. “Sí, yo tampoco”.

La madurez intelectual le llegó después que la sexual, agotada la filosofía alemana más que ella, avanzados los semestres, sedienta de respuestas, comenzó a hacer preguntas originales que no provenían de autor alguno y que sólo es posible oirlas al momento de eyacular cuestionamientos primarios: “¿Cómo puedo escuchar una voz interna?”. “No sé francamente”. “¿Qué es lo que hacemos aquí?”. ”¿El amor?”. “Qué es la vida”. Y las respuestas las tuvimos nueve meses después. Y unas semanas luego de la boda, envolvimos la vida en cobijas y pañales. Y en las noches de recién casados, al ruido de sus frases se sumaba el llanto de la vida. “La vida es un condón roto”. Fue la epígrafe de su tesis de licenciatura que desembocó en fundamentos filosóficos importantes, expuestos detalladamente en los capítulos de su ópera prima, partiendo de teoremas existencialistas. Que el matrimonio no cambiara las cosas no significaba que ella no disfrutara del sexo. Al contrario, daba alaridos mientras invocaba nombres afrodisiacos como Hegel (el 69), Spinoza y Alfonso Reyes.


Los vecinos de arriba hablaban por teléfono. “Creo que anda un poco elevado el volumen de su televisor”. Los de abajo mejor se mudaron, lo que suscitó una leyenda del departamento vacío que mejor no viene a cuenta mencionar. Los diálogos llegaron a ser tan acalorados que preparábamos café y lo hacíamos sentados, el amor y el café. Mientras, ella, me mordía el cuello y cualquier otra parte de mi cuerpo que se le atravesara. También mezclaba el azúcar o algunas veces la sal, y cuando ambas, acababamos vomitando frente al escusado y le venían a la mente celebridades del eclecticismo romano. La silla me sacó una almorrana y tuvimos que practicarlo parados. A Tere se le hizo interesante poner un atril al frente y leerme fragmentos de Jaspers. Tenía su método de enseñanza, e insinuó alguna vez que las prostitutas de Insurgentes podían unirse a las campañas de alfabetización de esta manera.

Pero el sistema no terminaba ahí, incluía otro examen. “¿Cuántas dimensiones tiene el hombre según Marcuse”. “¿Cómo chingados quieres que sepa si soy electricista”. “Tons ni me toques”.

Al entrar al doctorado sus lecturas aumentaron de nivel mientras mi paciencia disminuía junto con mi erección. Las frases ya me aturdían, no por el contenido, pues hacía ya varios años que mi esposa sabía alemán y latín, sino que eran en todo momento, sin descanso ni tregua, a boca suelta. Fue cuando descubrí para qué se inventó el beso. A fuerza osculatoria mantenía a mi mujer callada. Y entonces me tocaba a mí con mi libro “Poesía Popular”, “Me gustas cuando callas porque estás como ausente”. Eso mejoró nuestra vida sexual o al menos la mía. A ella la notaba un poco frígida como si algo le  faltara. Hasta que dijo sin citar referencia “maldito macho” y empezó de nuevo.

Además de sus acostumbradas lecturas agregó manuales de sexo y para librarse de mi técnica silenciadora, optó por la posición de los cuadrúpedos, así su boca quedaba libre y sus manos también, para cambiar de hoja. Ante mis protestas se reafirmaba. “Pues si no es como los cuadrúpedos no lo hago”. Me desagradaba eso tanto que llegue a sufrir impotencia, entonces ella me traía a la mente argumentos de Sartre sobre la caída del hombre, o bien, alguna proposición de Spinoza. “Cuando el alma imagina su impotencia, por eso mismo se entristece, proposición 55”.

“¿Ah sí?”. Le decía yo. “Pues fíjate que”, y le sacaba de mi pobre repertorio, hecho de recortes de El Universal, citas de Schopenhauer o Weininger, sobre la mujer. Se enfurecía y apretaba más las piernas. “Pues Sócratres le dijo a Hipias, ahora tomas la cosa bellamente”, “Tienes ideas cortas”, “Pues tú omminis luppus, omminis generis”, “Pues como dice Fedro, no sé lo que me dices”. “Pues según Berkeley, es sólo tu imaginación”. “Aprieta más aunque sólo lo imagine”. “Poco abarca el que poco aprieta”. “Como dice Séneca: la voluntad de Dios rige al mundo, no la tuya”. “E”. “Como dice Mill: a mayor felicidad para el mayor número de gente. “No le aunque el número sea dos”. “Aunque el número sea yo”. “Aunque después de esto el número sea tres”. “Como dice Ortega y Gasset: yo soy yo y mi circunstancia”. “Que Ortega y Gasset no son dos”. “¿Quién es más tonto de los dos?”. “Mi circunstancia eres tú”. “Como dijo Marx cuando murió: Hooooouuoo”. “Como dice Wittgenstein: ememem”. “Como dice ajjuuuu”. “Como dice Savater: Oleee”. “Como dicen todos: así, así, así”. “Como digo yo: vamos camos”. “Como dice el bebe: jijiji”.
O como dices, siempre tú: “hagámoslo otra vez”. 

5 comments:

marichuy said...

Jota-pe

Wow, nunca he experimentado algo así. Me imagino en pleno acto sexual y mi compañero, todo bluff, explicándome la "Fenomelogía del espíritu" de Hegel, para luego discernir sobre las implicaciones antropológicas y filosóficas de Das Kapital (ahora que está de moda nuevamente)... y bien a bien no sé si eso incrementaría mi placer... o todo lo contrario.

Un saludo

JP said...

-- Marichuy, muchas gracias por tu preferencia, lo que definitivamente incremento mi placer fue este cuento del buen amigo tonatiuh, no paraba de reir y pues si habria que escoger, me quedo con la filosofia (mmm, a veces, jeje), gracias por la visita Marichuy

El Signo de La Espada said...

YO tampoco paraba de reír, pobre vato

JP said...

-- espada, y eso que nada nos hace cosquillas, juar juar juar

malbicho said...

“Poco abarca el que poco aprieta”.

perla de la filosofía (he aprendido tanto hoy)