Wednesday, September 9, 2009

CITATORIO

SERGIO GUILLEN

En la escuela, Enrique me saludó como de costumbre.

–Hola, güey.

–Hola, güey, ¿qué cuentas?

–Nada, ya sabes que en mi vida nunca pasa nada interesante.

–Si no te conociera me darías una güeva…

–Perdón por no ser perfecto para ti.

–No, pues no te perdono.

–Ja, ja, ja… idiota.

–Oye, ¿ya te enteraste de que Cristian se ahorcó? –le pregunté.

–¿Cristian, el que no se lleva con nadie?

–Sí, güey.

–No, güey, la verdad es que no sabía nada. Pero, ¿por qué? Si hasta donde yo sé era de los mejores de la escuela.

–Era, los primeros dos bimestres, pero en tercero se empezó a juntar con los porros de la escuela y a fumar. En una de las pocas conversaciones que tuve con él le pregunté por qué se había juntado con los porros, pero me dijo que eso no me importaba.

–¿Neta te dijo eso?

–Sí.

–¿Y qué más?

–No, pues también dice Andrea que lo vio metiéndose heroína atrás de las gradas y que le contaron que vendió a su familia por cien mil pesos para pagar deudas que tenía con unas personas por problemas de droga y para comprarse unos cuantos gramos.

–Sí, pero ya sabes que Andrea es una chismosa y que dice puras mentiras.

–Sí, pero no es secreto que…

En eso sonó la chicharra y Enrique salió corriendo en espera del maestro de la siguiente clase, pero yo seguí pensando y recordando a Cristian mientras me dirigía al salón. Andrea no me había dicho nada, no: lo vi con mis propios ojos, sólo que tuve que mentir porque no sabía cómo lo podría haber tomado Enrique. Sólo recordar a Cristian ahí, sentado, con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar, agarrando esa jeringa con fuerza mientras se colocaba una banda de hule café alrededor del brazo para que saltara la vena y poco a poco empujar el tubo de plástico para que el líquido fluyera por sus venas, era algo difícil, tanto como lo fue verlo. No hice nada para detenerlo: sólo me alejé a toda prisa, pero creo que me vio, porque al día siguiente me dijo:

–Deja de estar de pinche metiche en lo que no te importa, cabrón.

Mis recuerdos se vieron interrumpidos por el saludo del maestro.

–Buenos días, muchachos. Saquen sus libros y ábranlos en la página ciento treinta y cinco, por favor.



No me pude concentrar. Pensaba en Cristian, en cómo perdió todo en un instante y a un alto precio. La verdad es que, lamentablemente, también recordé un día cuando yo estaba en el parque, como las ocho de la noche, y escuché las sirenas de patrullas que iban siguiendo a Cristian; yo no sabía qué hacer: si ayudarle a un chavo que sólo estaba confundido o ayudar a la policía a atrapar a un criminal. Esta era una difícil decisión, así que lo único que hice fue quedarme ahí parado como vil cobarde. Me sentía impotente. Un obeso oficial bajó de la patrulla y corrió detrás de Cristian mientras le gritaba:

–Detente ahí, ladrón.

¿Ladrón? ¿Había dicho ladrón? Entonces mis piernas empezaron a correr sin razón alguna. Yo tenía mejor condición que el policía y que Cristian así que lo alcance y sin pensarlo dos veces me lancé encima de él.

El patrullero nos alcanzó y lo esposó, para contarme luego que Cristian le había arrebatado a una joven su celular y dos mil pesos. Pero entonces en un sollozo casi inaudible Cristian me pidió que lo ayudara, que le había robado a la chica porque no tenía trabajo ni dinero para mantenerse.

–Perdón, Cristian, pero yo no puedo ayudarte. Eres un ratero. Había otras formas de conseguir dinero honradamente.

Cristian se quedó perplejo; el policía le inclinó un poco la cabeza y lo metió al carro. Cuando ya casi arrancaba, Cristian me miro y casi gritando me dijo:

–¡Tú no me falles!

Esa vez me sentí tan mal, tan culpable, que no pude dormir. No volví a ver a Cristian.

De nuevo mis recuerdos fueron interrumpidos por una voz que me decía:

–Sergio, ¿estás poniendo atención?

–¿Eh? Sí, maestro.

–¿Entonces me puedes repetir lo que dije?

–Este… ¿que todos los seres respiramos de diferente forma?

El maestro me echó una mirada de enojo.

–Sergio, si no quieres estar en mi clase te puedes salir.

–Maestro, sí quiero estar en su clase.

–Si te distraes otra vez te me vas por un citatorio, ¿entendiste?

–Sí, profesor.

A pesar de la amenaza, mi mente seguía dándole vueltas a la muerte de Cristian. Apenas hacía unos días había leído en el periódico El Metro: “Muere joven ahorcado en su celda”.

Pero algo me cortó de nuevo.

–Sergio, te lo advertí: vete por un citatorio.

Me fui pensando en Cristian.

16 comments:

Majito ~ said...

Sergio! Muchísimas felicidades :3 me da gusto que ahora hayas agarrado más confianza con el grupo y escribas más. Me gusta, me gusta mucho el texto, sobre todo el final, desde la primera vez me llegó mucho.

Felicidadeees! :3

Anonymous said...

¡Seeergio! Creo que no hay mejor manera de festejar un cumpleaños que viendo el producto de tu trabajo en línea, que por cierto es muy bueno. ¡Muchas felicidades!

Y.

Alexis Maquina said...

krnalitho nu mames esta bn xido
pero eso ya lo sabes
jejejejeje
la netha the lo mereces
ya ves
yo the dije k tenias talentho para esto
y ya ves
estas publikado profesionalmenthe
feliidades weeeeeeeee
xau

Elle Lawliet said...

Pimero que nada quiero agradecer a toda mi familia, amigos (Tonatiuh, Samanta, Enrique)
por apoyarme y pues todos los que se aigan tomado unos momentos de su vida para leer esta historia, y
pues que sus comentarios seran bienvenidos

marichuy said...

Esta historia, es tan real... que da escalofríos. Bien, muy bien narrado

Un beso Jota-pechocho

Jo said...

hay quién nos amenaza por adelantado expedirnos un citatorio...

hay quién se adelanta a requerirlo sin màs antelación el dia menos requerido a su llamado con la muerte por propio pie

Marian said...

SERCH!!!!SUPER ARCHI RECONTRA FELICIDADEES!!!!!!, wowo!!!, no habia leido cuento, es muybueno,FELICIDADES MI SERCH

Itz said...

Heeey!!!
Wow es verdad, nuestro grupito esta lleno de puros talentos =)
M encanto tu cuento, es un tema mas comun de lo q muchos kisieramos, y muy real, lo capturaste muy bien. Sigue asi, kiero leer mas cuentos de todos uds futuros escritores exitosos ;D

JP said...

-- mi estimado Sergio,como podras ver con tu cuento cerramos esta formidable serie de narraciones que hemos leido. Aqui no competimos sino compartimos, el ultimo es tambien de los primeros en cuanto a nivel narrativo, a ti y toda tu familia literaria les agradecemos por hacer de este blog su casa, gracias mil!

Anonymous said...

Cuento doloroso, real y bien narrado. Mis felicitaciones para el autor.

L. Meixueiro.

educavent said...

Tan solo como un lector, muy bien narrado, felicidades

Anonymous said...

ja ja ja a fuerzas bien lo dice el dicho (no se de quien) muchas veces lo mejor llega al final me gusta un buen tu cunto y mas por que a tu edad manejas yn buen de sentimientos que ahora si que nos hace diferentes del resto y pues que sigas escribiendo pero que no pierdas ese estilo
emma

Anonymous said...

felicidadez SERGIO por la historia esta chida

Anonymous said...

felicidadez sergio esta chida
atte:tonytoons

Anonymous said...

esta chida la historis sergio
atte:tona

julieta said...

buena historia, narra un acontecimiento de todos los días
atte. july