Sunday, October 11, 2009

SONRIE, JESUS TE AMA (RETO CON MOEBIUX)

YSOBELT NASKY

Cuando Gina cumplió ocho años su padre le regaló una granja de hormigas. Y al principio le había gustado, se sentaba a mirarlas andar de un lado a otro. Le resultaba gracioso verlas encontrarse de frente, moviendo las antenas y pasando de largo. A veces llevaban cosas de un compartimiento a otro, incluso, cargaban a las muertas y las depositaban en el mismo lugar que los deshechos.

Luego se aburrió, era siempre la misma melodía rápida y su amor por dichos insectos fue equiparándose con el odio. Digamos que su balanza estaba equilibrada entre esos dos sentimientos. Un día, el mismo en el que le habían dicho que era una superdotada, fue hacía la granja y les dijo, que más les valía rezar por ella, y mantenerla contenta, pues en cualquier momento podía girar su mundo.

“No tengo todo el control de vuestros pasos, pero puedo asfixiarlas con este dedo”. Veinticinco años después la granja había desaparecido y Gina se miraba en el espejo. El amarillo de su piel delataba la hepatitis y aunque buscaba alguna vena sana no encontró nada. Tenía sobre el lavamanos la dosis de heroína, la dosis que pensaba chutarse para celebrar un cumpleaños más.


Aquella búsqueda de venas no colapsadas dio paso a un exhaustivo reconocimiento de su cuerpo. Los pechos no eran más que piel flácida, y allí, de pie, vio sólo a una anciana. Le faltaban dientes, los pocos que allí anidaban estaban negros y casi sueltos. No podía mantenerse derecha y sus huesos parecían querer escapar a través de una fina capa de piel.

Deseó con toda su alma poder creer en dios, lo necesitaba tanto como el pinchazo y es que sólo quería tener a quién echarle toda la culpa.

“Yo nunca recé por ti, cabrón de mierda”, gritó mientras desordenaba toda la habitación, aunque poco se notaba, pues hacía ya bastante tiempo que vivía en el caos. Recordó aquella vez cuando descubrió que algunas de las hormigas que depositaban en el cajón de los desechos, aún vivían.

“Sois unas hijas de putas”, había dicho en esa ocasión, aunque luego se divertía hiriendo a alguna de ellas sólo para pillar el momento en el que las dejaban pataleando en el pozo con olor a amoniaco.

Bebió un trago largo de vino, encendió un cigarrillo y se sentó a esperar.

“No te voy a dar el gusto de patalear jodido hijo de perra, vas a tener que venir a buscarme y llevarme a un sitio aún peor si es que quieres que me cague en los pantalones, y más vale que te esfuerces porque ya he olido bastante de esta jodida granja”.


Una mosca se posó sobre uno de sus parpados y a continuación sintió un golpe seco en la nuca. Su cabeza chocó contra la pared y al girarse lo vio.

Era un hombre con barba blanca y traje. Al verla allí, escupiendo sangre, se pasó una lengua excesivamente roja sobre los dientes superiores.

“Me has llamado”, dijo a la vez que una sonrisa se le extendía por toda la cara.

A Gina le pasaron muchas cosas por la mente mientras lo veía, se fijó en los dientes amarillos, en la mueca libidinosa y en la mano que comenzaba a bajar hasta la bragueta.

“Hijo de…” perra, terminó el hombre que ahora daba rienda suelta a su mano. “Vamos Gina, pensé que eras más lista, estoy aquí ¿y sabes?, yo también soy un superdotado”.

El hombre le mostró su pene y rio.

“¿Por qué?, dejó escapar Gina con la voz tomada.

“Digamos que yo también me aburría y bueno, te ha tocado. No creas que eres especial, ha sido sólo la suerte, el azar, ya sabes ¡De tin marín de do pingüé, cucaramacara, títere fue!”.

Gina había hecho lo mismo con sus hormigas y una punzada de dolor le agujereó el vientre.

“¿Lo recuerdas verdad?”.

Ella asintió con los ojos cerrados y mueca de asco. El hombre seguía masturbándose.



“¿Pero sabes?”, dijo imitando la voz de Clint Eastwood, “tuve suerte, siempre me han gustado las putillas como tú, y sí, soy DIOS, con mayúsculas”.

“Pues entonces asfíxiame de una jodida vez, DIOS con mayúsculas”.

“Primero deja que me divierta un rato, no vas a negar ahora que me has retado”. Y fue una afirmación.

“¿Qué quieres?”

“Verte patalear de verdad, sería fácil, muy fácil, dejarte sin la dosis y con un mono de campeonato, pero lo que yo quiero es algo más real, amiga”.

El hombre se acercó a su cara hasta que sus narices se rozaron, aspiró profundo y luego la beso introduciendo una lengua que a Gina se le antojó con la misma textura que la mermelada. Intentó retirarse, pero él no la dejó, en su lugar la llevó hasta el baño, donde la arrojó contra el lavamanos y dejó inconsciente.

Lo que Gina observó cuando despertó era su mismo cuarto de baño, sin embargo lo veía desde una perspectiva casi aérea. La jeringuilla seguía sobre el lavamanos y el espejo le devolvió la imagen de sus pies clavados a un trozo de madera. Le costaba respirar y al ladear la cabeza descubrió su mano atornillada de igual manera.

Escuchó el rumor de la piel rozando la piel y pudo, al fin, ver al hombre que seguía tocándose, por su expresión notó que estaba a punto de acabar y un gemido después se corrió.

Gina se carcajeó en su cara, y dijo que aquello no la asustaba en lo más mínimo, que estaba harta de ver cosas como aquella y que el artificio de la cruz le resultaba demasiado infantil.

El, con la misma calma, se limpió la mano sobre el vello p
úbico de Gina y le dijo que las cosas se iban a poner peor, que sólo tenía que esperar.

“Vas a tener que esperar, y después de eso seguirás esperando, me voy a divertir mucho contigo”.

Le costaba llenar los pulmones en aquella posición y volvió a desmayarse.

Gina despertó sobre el piso y estaba sola. Se miró las manos y vio los agujeros traspasando la carne.

No recordaba nada.

8 comments:

Anonymous said...

No me considero un cabron, nadie reza por mi y esta historia es muy buena. Felicitaciones gente.

Saludos

Aurore Dupin said...

"Y entonces vió a las hormigas, que se levantaban en ejércitos contra sus enemigos, domesticaban pulgones como ganado y eran irremisiblemente atraídas por las señales olorosas de sus congéneres, su compleja organización social en la que no existía justicia...y vió que esto era bueno".

Como buen relato perturbador, magnífico.

marichuy said...

Auch Jota-pechocho

Lo bueno es que Gina nunca creyó en Dios y menos rezó por él... porque con semejante "representante en la tierra", daban ganas de suicidarse, aunque fuera con una sobredosis de heroína.

Perturbador y duro; muy duro (pero muy bueno)

Besito para vos


Besitos

LUMPENPOETA said...

Un relato perturbador, es cierto. Un cuento desde el fango de la ¿vida? misma. Un Dios vengador -así fue en el Antiguo testamento- en revelación apocalíptica de heroína.

Saludos.

Jo said...

ahora si que me he quedado impávida y muda...

MauVenom said...

Hey

esto es un reto

que bien escrito y que exitoso en su cometido

me ha dejado un sabor mezclado pero interesante

últimamente me han gustado mucho las colaboraciones de este blog.

Abrazo, Pato.

JP said...

-- Yso, yo TE AMO (con mayusculas) porque destripas como cucarachas nuestras ñoñas conciencias, gracias mil por este hermoso cuento!

Ysobelt Nasky said...

Puede el amor contener justicia?