Monday, March 23, 2009

VIDA PERRA




Tonatiuh Meaney

 Desde hacía 40 años él iba a diario al mismo parque a caminar los mismos pasos a la misma hora para toparse con la misma mujer que también a la misma hora con los mismos pasos y en el mismo parque iba desde hacía 40 años. Los últimos seis años cada quien con su mismo perro. Y cada perro con su mismo amo.
 
Conocer es ver a los ojos a alguien; ver cómo envejece; ver cómo da las vueltas a la izquerda a la derecha; el paso acelerado; y hasta el descanso es cada vez más difícil. Conocer al otro es saber con la vista cómo se va deprimiendo su ingreso; es saber que hacía cuatro décadas andaba ella tomada de la cintura por su marido, a la moda, bien peinada; y saber cómo la historia no contada cambió; cómo siguió habiendo cintura, y cadera, y nalgas y pantorrillas y hasta pulgar derecho, pero no marido. 
 
Conocer puede ser no saber la historia, pero intuirla. Intuir que el hombre aquel murió y que eso la dejó en el suelo, y no volvió a levantarse, pero al menos mantuvo el valor para arrastrarse, para al menos desplazarse mientras llega la hora. Aunque todavía parece que camina. Y parece que mira y algo queda de dignidad en la mirada. 
 
Desde hace 40 años se miran a los ojos pero no saben el nombre del otro. Ni siquiera se saludan con un ligero pestañeo. Pero sabe cada uno que han sido compañeros al menos de lluvia y granizada. El consuelo a no tener compañero de alcoba es tener compañero de lluvia, de día malo, de día caluroso, que camina a la misma velocidad, que gasta el mismo suelo y que llora en silencio a las mismas horas.
 
Desde hace seis años los perros también se miran. Con el mismo dejo. Ahí te dejo mi mirada para que rescates algo de ella si aún el amor puede convertirse en materia.
 
Desde hace tres años a él le duele la espalda y desde hace dos acostumbra a sentarse un rato en la banca. Y le recuerda cuando sano jugaba futbol pero también, lo mismo, en la banca.
Y con los mismos pasos ella pasa por la banca y con algún pretexto decide por fin sentarse al lado. Y escoje el lado derecho. Debe confiar que el hombre es gallardo. Si no amable, si no coherente, si no cortés, al menos gallardo. Pero ninguno llama al otro, sólo en algún momento se miran de reojo. Ni siquiera un qué frío, ni un qué día tan lluvioso. Ni un qué hora es. Ni un me presta su periódico ni un ¿tiene lumbre para acabarme mi pulmón derecho? Nada. El silencio es nada pero el silencio lo es todo. Y si no somos nada, al menos, el silencio es. 
 
Desde hace un año los perros se huelen entre sí. Perro y perra. Desde hace seis meses que es primavera, y el perro quiere montar a la perra. Y la perra quiere y no quiere. Que es lo mismo que se da a querer. 
 
Desde hace tres meses, por fin él le habla a ella. Estos animalitos como que se quieren, dice. Sí, como que se quieren, sí. Es mejor que primero se conozcan, antes de que entablen una relación más seria. Y los llevan a conocerse, a pasear, a olerse, a caminar a ratos aunque los amos no pronuncien palabra. Lo mismo: a las mismas horas con los mismos pasos, van los mismos cuatro y se sientan en la misma banca. Y los dos humanos tienden su mirada al infinito mientras los perros platican, mientras lo perros juegan y jadean, mientras los perros aman. Por fin los dejan, no sin un poco de rubor. La concupiscencia lo es aunque sea un juego de lo más natural.
 
Y él piensa que ojalá ella no fuera tan tímida y así le preguntaría la hora. Ojalá y hasta fuera marimacha. Ojalá y fuera una mujer de ahora. Entonces sí, podría comenzar su trabajo. Son las tres, ya es hora de comer, qué vas a comer, a mí me gusta la sopa, te invito a comer, te invito a cenar, te invito a dormir, te invito a despertar en esta nueva vida con estas nuevas sábanas y este nuevo aroma que recuerda tu primera vez, te invito a jalar esta sábana al suelo y te invito a subirte en mí, te invito a tocarme y te invito a que me invites tocarte. Te invito a la penetración, te invito a tocar lo más hondo de la pasión. Pero ella es tímida y jamás se atreverá, es una tonta, si no fuera tan terca podría hacer yo mi trabajo. Se ve que piensa eso.
 
Y tienen su mirada al infinito, al pasado, mientras los perros aman y fornican el presente y el futuro.
 
Acaso se despiden con un pestañeo los humanos. Cada uno pensando en el otro. ¿Cómo se llamará? ¿Vivirá donde ya se? Sabe el nombre de la perra pero no el de ella. Se llama Laika, qué original. Y ahí está la luna, y ahí está la estrella, la que me guía, la que se escapa, la que se hace tonta, la que se hace clara, la que se opaca. Es hora de regresar. Regresa él, regresa él. Regresa ella, regresa ella. De dos en dos, cada quien con su otro yo. Y la luna sigue. 
 
Cada día es una cita. Ellos conocen los derechos de los perros, los llevan a conocer a los de su especie. Que se amen, que se ladren, que se huelan las bestias sin compasión pero con pasión. Compasión tenme. Ten esta pequeña risita de satisfacción que significa que esfuerzo, pero ya se quieren tanto que nada los podrá separar, ni nosotros dos. Si no fueras tan tímida te comería a besos, si me dijeras tu nombre lo diría como por casualidad. Si me dijeras qué bonito perro te diría que es un maltés, aunque ya lo sepas, te diría que es mi único compañero aunque sea obvio, te diría que lo quiero pero a ti te amo, te diría todo, te confesaría, me desvestiría de mis secretos y mis anuncios. 
 
Y te vas.
 
Y así pasan otros tres meses. Y llevan ya a duras penas a sus perros. Pero ellas hoy no aparecieron por aquí. 
 
Desde hace 12 horas estoy aquí sentado esperando que lleguen. Para oler su aroma, para ver esos ojos destellantes aunque sea en las milésimas de segundo que puedo. Y el periódico sustituye el espectáculo de la realidad.
 
Y ella nunca volverá. Y dice el de las verduras que hoy murió Laika. Aunque no sepa que así se llama. El dice que un carro atropelló a un perro que iba con una señora. 
 
Pero aunque Laika desaparezca la luna sigue ahí arriba, parece que ahí seguirá. 

13 comments:

marichuy said...

Jota-pe

Auch... qué historia más romántica; un amor callado, callado. Más romántica que la historia de Florentino Ariza y Fermina Daza.

Y por si fuera poco, la perrita se llama Laika...

Saludos

JP said...

-- asi es marichuy, tonas debio llamarlo el amor en los tiempos del chat, tal vez por Internet habrian ligado mas facil, jeje, es un decir

Vidita said...

Que hermosa historia. UN amor que no puede ser mas leal e intimo aunque nunca se dijeron su nombre...

Me llego Jota Pe. Me llegó.

El Signo de La Espada said...

puchas qué pena me dio el viejito

ah qué bueno que no me puse a chillar, mi buen jaramillo paige, está muy conmovedor y muy bien escrito.

me recordó tantas y tantas cosas

Noelia A said...

Amores platónicos, sí los hay. Tus personajes muestran cierta pasividad, ambos, cirta falta de inciativa, parecidos a los personajes que pululan en las obras kafkianas, bien dispuestos a que la vida y las circunstancias le pasen por encima. Personajes que desesperan al pobre lector impotente.
Saludos, muy bien contado.

JP said...

-- vidita, a todos nos llega la hora, no se me achicopale, ahi a la vuelta de la esquina esta alguien que la espere

JP said...

-- espada, como no recordar lo que no fue (hasta sueno a cancion de jose jose, lo que un dia fue no sera), gracias por tu comentario mi guen

JP said...

-- noelia, el cuento es de mi buen amigo tonatiuh y a el leva a encantar tu comentario, gracias!

A said...

Jota pe, siempre me haces suspirar.

Pero ahora, ademas, me dio envidia.

Besos ladrones
A.

JP said...

-- querida ladron(A), es un placer que tonatiuh te arrancara suspiros, dichosos los ojos!

R a m said...

Impriones de cuando lo estaba leiendo... Me identifique con el personaje, eso del amor callado y senil, espero nunca me pase eso. El material esta muy bueno.

exito

JP said...

-- gracias por pasar a saludar ram, deveras un gustazo

malbicho said...

sin compasión pero con pasión...

...así debiéramos amar todos