Wednesday, January 14, 2009

LA ETICA DE LUCIANO ALCAZAR


Tonatiuh Meaney

En este mundo existe gente muy mala. Si ustedes creen que mala era la viuda de Mora, quien luego de dar azote al hijo se sienta a llorar y a decirle, “sana, sana”; o Julián González por matar a su perro en castigo a los ladridos nocturnos y luego de acabar con la bestia le da cristiana sepultura, es porque ustedes no conocen la maldad, la verdadera, la de personas sin escrúpulos ni amor a Dios, que matan y en ello no sienten culpa ni gusto, sino indiferencia. Ni la viuda Mora o Julián González son malos, después de pecar, pagaron con arrepentimiento, mataron o maltrataron llenos de piedad, pero hay quienes no, hombres como Luciano Alcázar. Para que vean, ese sí era maldito. Mataba porque era matón profesional, ese era su trabajo, al cual dicen algunos, amaba. 

I

Ser asesino a sueldo no es fácil, muy al contrario, es una de las profesiones más complicadas, por eso no se le encuentra en las universidades. Claro que tal complicación no le quita ir contra el mandamiento sexto de Dios. Podrá ser un trabajo sucio, maligno, perverso, y demoniaco, pero fácil seguro que no lo es. Luciano se las debía arreglar con todos los detalles, el primer escollo era entenderse con la clientela. Un matón profesional no es una persona como puede serlo el médico o el policía, quienes son capaces de disponer de una oficinita y ahí atender a la gente. El trabajo del matón se desarrolla a oscuras y escondidas, y en eso tiene más mérito. Luciano Alcázar nunca trató en persona a los demandates de su trabajo, ni siquiera para presupuestar el costo de los servicios. Quien requiriera de ellos debía consultarle primero por el monto de los honorarios; para hacerlo el interesado escribía en un papel la información del futuro victimado anexando otros datos como si quería factura, que obviamente la daría con otro nombre y por otro servicio. El interesado guardaba el mensaje en el corazón del maguey que está en la punta del Cerro Godín. Al día siguiente aparecía en el mismo lugar otro mensaje, escrito por Alcazar, donde informaba sobre el precio requerido para dar fin a la víctima del cliente. Si éste se veía interesado, depositaba el dinero con sus datos fiscales, en su caso. En pocos días, cuando no en uno solo, Luciano daba fin a la vida del inmolado. Así trabajaba Alcazar, quien para empezar, trabajaba.

II

Nadie dice que matar gente sea maña ética, pero Luciano Alcázar a cambio, tenía eso que llaman ética profesional, no es lo mismo que ética a solas. Para él, ética profesional significaba el deber de atocinar a quien deseara el contratante. Consideraba su oficio tan respetable como el del médico, o el del policía, siempre y cuando fuera hecho con eso, ética profesional. La ética profesional del médico es no dejar morir a su enfermo; para Luciano era lo mismo pero al revés, no dejar vivir al sacrificado. Si con alguien convenía, matar a cualquier otro, sentía obligación moral de hacerlo sin importar quien fuera el afectado. El cliente ponía el objetivo en la mira de Luciano, éste daba precio, que de ser aceptado el pacto se cerraba. Baste un ejemplo: lo contrataron para asesinar a su propia abuela. Ahora se sabe que lloró mucho, pero cumplió con la faena y no lloró por arrepentimiento, sino por la abuela en sí. Tenía también ética profesional porque nunca cobró más de lo justo por sus prestaciones. No usaba el precio del trabajo para estafar. Fijaba el costo según lo complicada que resultara la víctima, por eso por matar a su yaya cobró muy poco, porque era tarea fácil, la vieja tenía reumatismo, lo que le dificultó correr en su momento final. En cambio, cobró mucho cuando mató al gobernador, y poco por acabar con la madre Juanita. Ella, a pesar de ser tan buena, llevaba a los niños huérfanos al convento y curaba heridos, corrió a los dieciocho años a uno de esos agraciados, por lo que en desquite contrató a Luciano. Este matasiete decía que dependiendo el sapo era la pedrada. Una monja o una abuela, barata, un gobernador caro.


III

Los médicos curan mucha gente porque esa es su labor. Pues Alcázar mató mucha gente porque esa era su labor. Se calcula que a lo largo de su carrera profesional mató unos dos mil quinientas sesenta y dos seres humanos, entre quienes destacan -además de su abuela- el embajador F. Wilson, las dos mujeres del gobernador, y el carcelero de la prisión de zona. Efectuó casi todos los crímenes en la región que comprende los pueblos de Bartola, Santiaguillo Grande, Santiaguillo Chico, San Peretongo, Stones Frescas y Pedrito Cardón. Sin embargo, si de otra región era llamado asistía, como se menciona que ejecutó a Samir Jadosh, árabe muerto en la India. En algunas ocasiones se vio obligado a matar no por dinero sino por necesidad. Especialmente cuando la policía intentaba sorprenderlo cerca del maguey de los recados. Varias veces ocurrió, la policía o el ejército asistían al mentado maguey, según ellos muy escondidos, cuando de pronto se soltaba la balacera y todos morían, menos Alcázar. Daba la impresión de que siempre hubiera alguien escondido, vigilando ese maguey. Era hábil con las armas. La policía decidió no intervenir en los asuntos de Alcázar. Y aún más, las autoridades mismas decidieron contratarle sus servicios cuando se trataba de criminales peligrosos a quienes más valiera dar muerte que prisión. Y todavía más, muchos médicos decidieron usar las prestaciones de Alcázar al practicar la llamada eutanasia.

IV

Hubo un momento en que llegó a ser una costumbre muy común tratar con Alcázar. Si tal persona le sacaba la lengua a tal otra iba al maguey de los recados. Ya hasta los niños contrataban a Luciano, se calcula que dio muerte a treinta cuatro maestras de primaria y otras tantas de grados superiores. Mató amantes, primeros herederos, terratenientes, rufianes y hasta colegas suyos. Jamás falló en tarea alguna ni quedó mal con los clientes. Creció tanto su prestigio profesional –aunque no como ser humano- que cada ve más gente solicitó de su negocio.

V

Aquí en la región hubo una época de paz debido a la presencia de  Alcázar. Nadie quería ofender a nadie por miedo a que el agredido fuera al maguey de los recados. Se escuchó a las madres espantar a sus hijos desobedientes: “o haces tal cosa o voy al maguey de los recados”, “haces esto o te acuso con Alcázar”. De esa época es la canción de cuna: “duérmete m'ijo, que  Alcázar anda… en busca de frijol y mijo”. Y los niños se dormían. No había chillidos de escuincles.
Todos se trataban bien y el hijo del panadero, al que mató Alcázar, ya no daba cambios incompletos ni agredía a los compradores (razón que llevó a su padre a la tumba), no fuera a ser que sus clientes pasaran nuevamente a ser clientes pero de Alcázar. Todos cobraban lo justo, y tenía tiempo de que el pecador de fama estaba ocioso. Lo único que hacía era jugar tiro al blanco y resolver algunos arreglos menores, como el de matar a un guajolote escapadizo para la cena de Navidad, un puerco y varios borregos.
El padre Rodrigo dijo una vez que era bendición de Dios que por fin hubiera paz en la región. Muchos agradecían a  Alcázar en lugar de al Señor, y el padre se enojaba. Las monjas propusieron beatificar a Luciano, una de ellas juró que  Alcázar se le apareció y decía que era igualito a un santo de madera. Le comenzaron a decir San Luciano, Santo de las Maderas.

VI

Pero como dicen, tras la calma viene la tormenta. De nuevo se desató la ola de muertes. Comenzó con la entrada de las elecciones. Había dos candidatos fuertes a la gubernatura y uno que no tenía esperanza alguna de ganar. La pugna era fuerte. Se pintaban las paredes proclamando a uno de ellos y venían los simpatizantes del otro a pintar encima. Estaban los partidarios del senador Llano contra los del señor Macías. Se vio pelear a los bandos a puñetazos limpios. La región quedó dividida en dos, los de Llano contra los de Macías. El tercer candidato era un tal Ortega, pero ése le iba a Macías. Casi eran las votaciones, y los dos candidatos estaban temerosos de que ganara el contrincante. Tres días antes de los comicios aparecieron dos misivas en el maguey de los recados. Una de Macías y otra del senador. En la primera se pedía presupuesto para la muerte de Llano, y en la segunda para la de Macías. A la tarde siguiente Alcázar dejó escrito en papeles el monto de sus servicios. Primero llegó Llano y se llevó el papel para él, luego Macías. Al crepúsculo ambos candidatos asistieron al maguey de los recados para dejar el dinero. Doce horas después ambos estaban tres metros bajo tierra en el panteón. Razón misma por la que las elecciones fueron ganadas por Ortega.
VII

El triunfo de Ortega no fue bien recibido por los simpatizantes de Llano ni por los de Macías, ya que ambos habían derrochado bastante plata en sus campañas y desembolsado gran cantidad de dinero para pagarle a Alcázar, a la vez que venía a ocupar el lugar un tercero que no gastó ni un quinto en la lucha política y se mantuvo siempre al margen de la contienda. Fue entonces que se desató la ola de muerte. Los de Macías contrataban a Alcázar para que matara a la gente de Llano y los de Llano hacían lo mismo contra los de Macías. El panteón fue entonces dividido como el pueblo, en dos partes, una para enterrar a los de Llano y otra para los de Macías. Y la zona se fue vaciando de gente mientras el panteón se llenaba. En el poblado restaban ochenta y siete personas, y todos asistían a diario a la iglesia para que terminara ese embate de muerte, o que por lo menos no se los llevara a ellos. Se le pidió a la policía que detuviera aquello, pero como siempre perdía los enfrentamientos contra Alcázar, se pidió auxilio a las Fuerzas Armadas, de las que el tragahombres dio baja definitiva a cuarenta y tres efectivos. 

VIII

El padre Rodrigo era de los más preocupados. Quizá era el único a salvo. Ni siquiera Ortega, al que ya habían enterrado del lado de los de Macías. El padre cerró las puertas de la iglesia por todo un día. Se dice que estuvo meditando en lugar de rezar. A nadie se le dejó entrar a la iglesia, ni para mirar a la virgen, porque el religioso estuvo meditando todo un día en lugar de rezar.


IX

La meditación del cura le saltó muchas dudas sobre el trabajo de Alcázar: cuánto cobraba, quiénes eran sus clientes. Sabía que algunas o todas quedarían resueltas en poco tiempo. Al amanecer el padre fue rumbo al Cerro Godín, donde estaba el maguey de los recados, al cual nunca había visitado pues era el único ignorante en el asunto. Llevó en la mano un pliego enrollado que dejó en el corazón de la planta verde.  Alcázar leyó en el recado del padre algo que lo desconcertó. Se le preguntaba por qué precio mataría a una víctima sin conocer el nombre hasta recibir la paga.  Alcázar, considerando que la víctima podría vivir en cualquier parte del mundo, además de tener cualquier estatura o condición, estipuló una suma muy elevada.

X

El padre inició una colecta en toda la zona. Le preguntaban que para qué gracia destinaba esa labor y contestaba que para evitar más muertes. 

XI

El cura Rodrigo logró recolectar pronto toda la cantidad exigida por  Alcázar. El mismo padre contrató los servicios del asesino, pero dijo que antes pidió licencia a Dios. Fue rápidamente a escribir el nombre de la víctima y algunas otras cosas, luego llevó el dinero al maguey de los recados. Subió el cerro corriendo. Metió una bolsa con mucho dinero, nunca quizo decir cuánto.

XII

Al otro día el prelado pidió ser acompañado al Cerro Godín por una escolta fúnebre. Llevó agua bendita que regaba por el cerro mientras repetía, “que la muerte salve a la muerte”. Dijo que probaría la ética profesional de  Alcázar. Junto al maguey estaban los restos del suicida, y en su mano derecha, tiesa como la del Santo de las Maderas, sostenía el recado del padre:

LUCIANO ALCAZAR, MATATE A TI MISMO.

7 comments:

Anonymous said...

Hola Hola!!!
Ahh! que crees? de neuva cuenta no he terminado el texto, pero me ha gustado.. igual, sera en otra sesión, aunque.. si te digo la verdad, al momento de quererte dejar este post, vi las ultimas palabras y me dio curiosidad leer parrafo anterior jijiji...

contestanto tu post en mi blogsss: no creo que sea lindo andar con un zapao viejo y otro nuevo, digo seria como "con lo huaraches que traigo yo uno me apesta y el otro no?" epseor que conozcas esa canción tan popular jajajaja

besos!

El Signo de La Espada said...

WOW!!

Me encantó

me encantan las historias de asesinos a sueldo, no sé por qué

diezazo, my friend

JP said...

-- ambaar, si la conozco, de hecho habia una version que decia: estos huaraches que traigo yo Echeverria me los compro, y con el cambio que le sobro chicles motita me disparo, gracias por visitar!

JP said...

-- espada: simon el tonas es un chingon! 11 le pongo yo! gracias por pasar a cotorrear!

Anonymous said...

Orale patito, esas pinturas tan bien chingonas.

JP said...

-- anonimo: simon, si quieres checarte mas obra de chet zar dale al link que esta arriba con su nombre

dubdubcuentos said...

Hace casi 20 años leímos ese cuento por primera vez. Desde entonces he deseado volver a leerlo. Gracias Jota Pe y gracias a Tona.