Saturday, December 20, 2008

ATRAS DE LA COCA




Pedro Claver

Esto la verdad no es un cuento. Porque sí pasó. Pero pasó muy rápido. Como a 90 km por hora, ay sí, no. Los que piensan que se trata del polvo blanco siento desilusionarlos, se trata del refresco azucarado.

Pues yo trabajaba en un camión de Coca Cola, ni siquiera de chofer eh, de repartidor, era de los que se quedan atrás y cuando el camión llega a su destino bajamos las rejas de refresco o los paquetes si se trata de latas. Debo decirles que uno de los peores enemigos que tenemos los repartidores son los perros de la calle. Siempre andan de ociosos estos animales, nunca comen y por eso son tan agresivos. Cuando nos bajamos con cuatro o hasta cinco cajas de refresco para dejarlas en un establecimiento, suele ocurrir que despertamos con el "tilín tilín" de los envases a los perros y estos se enfurecen y nos comienzan a ladrar, a veces no sólo eso si no que se ponen a las mordidas. En una ocasión se me barrieron las cajas porque un perro me tenía agarrado el pie con su hocico. Se me calleron las cajas sobre el perro y salió un señor a protegerlo, me preguntaba que por qué era tan cruel con los animales, que qué haría yo si me tiraban una caja de refrescos sobre mi cabeza, el perro se puso triste y se ganó un jamón con este señor. 

Esta ciudad siempre está llena de perros y de refresco. Creo que somos las dos cosas que más habemos. Lo demás es sólo como de adorno o algo así. 

Lo que mas llevamos por la zona donde repartíamos eran refrescos con casco de vidrio. Pues yo no sé que pasa con las cosas que siempre encuentran su contrario. En una bocacalle llegó el camión de la Pepsi y se estampó contra el de la Coca. Entonces todos los envases se calleron rotos. Y el suelo se llenó del líquido. Mientras los choferes discutían y los cargadores nos acercábamos a que no se pelearan a golpes pasó un rato. El primer policía llegó como a la media hora pero a intentar extorsionar a todos. Mientras platicaba abría refrescos y se los tomaba. Yo conté y se tomó exactamente cuatro latas. Ahí me expliqué porque su panza era tan prominente. Los choferes se fueron haciendo amigos y el policía ya había saciado su sed y les dijo, bueno, ahí arréglense ustedes.

Cuando quedamos en irnos vimos que había como 60 perros rodeando el camión. Pero no estaban feroces, unos estaban lamiendo el suelo bebiendo lo que había quedado del refresco. Otros que eran más exigentes estaban sentados meneando la cola esperando que los viéramos. Para darles más refresco. Le abrí una lata a un perrito y se la di. Yo no soy rencoroso. Se la tomó encantado. Hicimos así con varios. Luego se pusieron en fila india y se fueron trotando contentos. Fue cuando me pregunté:

- ¿Qué tiene adentro esta cosa?

Un compañero me contestó:

- Las rojitas Coca, las azulitas Pecsi.

Ay sí, no. 

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