Sunday, April 11, 2010
Monday, April 5, 2010
EL DOCTOR
Hoy tomé a la pared como si fuera una puta. La manoseé de piso a techo buscando la siguiente puerta. Mi vista nublada. A pesar de todo, con ayuda -no impaga- de varias personas, logré llegar con un nuevo doctor, me dicen que éste sí es el bueno. Que no es nada neurológico, que mi sangre está bien, mis piernas también, lo endocrinológico descartado, mis músculos sin problema, ningún tipo de cancer ni enfermedad tropical, que hasta mi presión está bien. Ya me han hecho los 268 exámenes que anuncia el laboratorio. He gastado toda la herencia que me dejó mi madre en eso. Los del laboratorio me aman. En cuanto llego me tratan como un rey. Algo bueno tenía que tener todo esto.
Todo empezó cuando comencé a estudiar geografía. Quedé impactado de todas las teorías, de la evolución del pensamiento cartográfico, del descubrimiento de América. El psicoanalista dice que tengo complejo de Edipo y que eso me ata a la madre tierra. El bacteriólogo dice que comí tierra. Y el sacerdote dice que si sigo así estaré en poco tiempo bajo tierra. Pero nadie logra hacerme sentir bien.
Dicen que este doctor si me curará. No es doctor en alguna disciplina médica. Es doctor en geografía como yo quiero ser algún día. Me pregunta sobre la tierra. Me pregunta cómo es mi mareo. Y me dice que estoy mareado porque la tierra gira. Que todos vivimos mareados pero no nos damos cuenta. Que la vida es el continuo mareo. Que no me preocupe. Pero que nunca acabará, sólo queda la costumbre. Si logro acostumbrarme a la velocidad pronto estaré bien. Cuando me dice a que velocidad gira la tierra me dan más náuseas y casi vomito. 1,690 Km/h. Casi 5 veces más que el Lamborgini Diablo. Pero no es un movimiento acelerado. Trato de correr en sentido contrario para pero no alcanzo los miles de kilómetros por hora necesarios. A veces hago vuelos contra el sentido de la tierra y logro controlar el mareo, pero sólo duran un rato. Trato de brincar pero la atmósfera es parte de la tierra. Mi doctor ha hecho un diagnóstico adecuado, me mareo porque la tierra gira. Pero no es un buen terapeuta. Ahora busco a otro geógrafo. Me han recomendado a otro. A ver si ese sí sabe.
Thursday, March 25, 2010
RY COODER, ESE ALEPH MUSICAL
“El blues es fácil de tocar, lo difícil es sentirlo”. Jimmy Hendrix
El músico estadounidense Ry Cooder (Los Angeles, 1947) es un incansable corazón rítmico que se nutre en raíces tan diversas como el tex-mex, blues, rock, soul, góspel, música africana o cubana, lo mismo da, el lenguaje de la música popular siempre es el mismo: un sístole y diástole urgido de revitalizar la vida misma.
La prolífica carrera musical del angelino en apariencia inició luego de su multipremiado álbum Buena Vista Social Club, pero en realidad Cooder trazó su leyenda en colaboración con artistas como Van Morrison, Captain Beefheart y sus majestades satánicas: Los Rolling Stones, con quienes se dice rompió luego de que le robaran el riff de Honky Tonk sin darle el crédito merecido. Lo cierto es que trabajó con ellos en el disco Jamming with Edward, en donde el “slide” de su guitarra enmarca y denota su influencia en los ingleses. Pero es con John Lee Hooker en donde el ahora sexagenario tiene un diálogo de iguales:
El angelino, declarado por la revista Rolling Stone como el octavo mejor guitarrista de rock, dejó también su estela de creatividad en los soundtracks de las películas Crossroads (en donde su avatar derrota en una batalla musical a un pupilo del demonio encarnado en Steve Vai) y París Texas, del director alemán Wim Wenders, quien luego le devolvería el favor filmando El Buenavista Social Club:
Ry Cooder presenta ahora, en plena festividad del santo irlandés, su nuevo disco: San Patricio. Basado en la invasión estadounidense de 1846 a territorio mexicano, Cooder narra musicalmente el entendimiento mutuo y gozoso de las culturas irlandesa y mexicana, una cópula que entre arpas, violines y tequila rescata la gesta heroica del Batallón de San Patricio, irlandeses que llegaron a México con el ejército invasor y que encontraron una réplica de su país: pobre, invadido, con la misma religión y entre todo eso la dicha de vivir.
Hecho en colaboración con los músicos irlandeses The Chieftanes, quienes se encargan de cohesionar a Los Tigres del Norte, Lila Down, Los Folcloristas, es sin embargo la chica Almodovar, Chavela Vargas, quien suena entre todos más quejumbrosa, pastosa en su interpretación de Luz de luna.
San Patricio no sólo es un homenaje a la música mexicana o irlandesa (igual da, la música real no tiene nacionalidad), sino otra muestra del tino musical de Ry Cooder, de ese aleph que en cada arista de su creatividad muestra una nueva luz de lo humano.
Tuesday, March 9, 2010
UN CABALLERO
—Ha llegado el momento —indicó luego el alguacil.
El hombre pálido se echó a un lado.
—Las damas primero —dijo sin perder la compostura.
Monday, February 22, 2010
APLASTAME COMO UNA COLILLA NENA
Sólo sé que ésta es mi última oportunidad para quedarme o irme. Le veo de pie junto al televisor y tengo ganas de matarlo, estrangularle mientras ve el “late night”, así por lo menos tendrá una sonrisa antes de caer fulminado. Le imagino tumbado boca abajo con las luces parpadeantes de la pantalla alumbrando su cuerpo.
Me imagino desmembrándolo, sacándolo poco a poco en bolsas de basura y contestando luego a la policía:
—Me dijo que iba a por tabaco y no volvió jamás.
Pero luego viene con su cara de “asíeslavidanena” y me ofrece un viaje de ácidos. De súbito todo me parece maravilloso, estoy en el momento exacto a la hora determinada, con el caradura perfecto.
—Eres una hija de puta con clase –me dice dejándose caer sobre el colchón.
—Quiero matarte –le confieso.
—Aplástame como una colilla nena –contesta. Y es en ese instante cuando pienso que todo va sobre ruedas.
Wednesday, February 10, 2010
LA VENIDA DEL SEÑOR
Cuando Jovita empezó a decirnos que estaba esperando “la venida del señor”, se convirtió en nuestra comidilla. No había vecino en el condominio que pudiera evitar imaginar a don Nicolás en alterada, constante e infructuosa actividad sexual. Y es que, aunque resultaba lógico pensar que el par de viejillos, después de cincuenta y tres años de feliz matrimonio, no podían estar hablando de otra cosa más que de la muerte, alimentaban nuestro morbo y nos hacían las reuniones más agradables cada que surgía el tema.
Al menos yo, no desaprovechaba la oportunidad de preguntarle, cada que me la encontraba en la fila de las tortillas o corriendo presurosa por la tarde rumbo al pan: “¿Cómo está señora Jovita?”, con tal de volver a oír su respuesta: “Pues aquí, joven, nada más esperando la venida del señor”.
Y otra vez la risa interna y el chisme posterior.
Pronto se rebasó el límite de la colonia; de la delegación; ¡del mismo Distrito Federal! Porque estoy seguro que todos lo platicamos en el trabajo, en la escuela… ¡Cuando fui a Yucatán, en vacaciones, lo hice chiste!
Pero todos nos quedamos chatos. Los de la colonia, los de fuera de la delegación y del Distrito Federal… Don Nicolás falleció, dos meses después de que se iniciara el chisme… por un ataque al corazón que le provocó una alterada, constante e infructuosa actividad sexual.
Monday, February 1, 2010
CONATO
Salgo de la vida
y tu cuerpo de leche
destella su sangre en mi constelación.
Salgo de la vida
y soy el amigo que no logras reconocer
el que espera tu sentencia para regresar
al cementerio del olvido.
Salgo de la vida
y con mi sudor rozas el papel de clepsidra
para derramar grandes miserias en palabras
detalles insufribles, recuerdos del armario,
ropa que vistió el pasado, figuras, cubos,
laberintos indescifrables.
Salgo de la vida
y suspendes la escritura una vez que tu cerebro
está surcado de ideas.
Salgo de la vida
y todo termina en algo sombrío
en donde nunca nadie ha estado
Salgo de la vida
y escribes entonces mi muerte totalSaturday, January 16, 2010
BREVES DE INVIERNO
Estaba en medio de su más profundo terror: una muchedumbre en un vagón del metro detenido a la mitad del túnel por falta de energía eléctrica. Nada lo asustaba tanto como las multitudes y la oscuridad. No podía controlarlo. Deseaba morir ahí mismo. Era tal el miedo que la gente y la penumbra le provocaban que para calmarse intentó, primero, imaginarlos a todos sentados en la taza de baño. Lo inundó un olor a vientre podrido. Después los pensó desnudos. Apareció ante él una cartografía humana de estrías y celulitis. Probó desearlos muertos. Un ejército de fantasmas se coló por las hendiduras de los muros del túnel. Se decidió entonces por el ejercicio inverso: se vio en la taza de baño, desnudo, muerto. Aquello funcionó. Del infarto los demás ni se enteraron, desesperados por que el metro arrancara. Sólo horas más tarde una mujer vestida de intendencia miró la sonrisa apagada del hombre que yacía, en uno de los bordes del vagón abandonado, con los ojos abiertos como si súbitamente hubiera recibido una descarga de luz.
Hipnosis
El médico me pidió que mirara fijamente la oscilación de un péndulo. Me indicó cómo hacerlo. Troné los dedos. Cayó en trance segundos después.
Serenata
Ni bien comenzaron a tocar, a mis compadres mariachis les llovieron hasta macetas. A punto estuvieron de recibir un plomazo. Pero lo que de verdad les molestó fue que yo no les advirtiera que la muchacha era casada.
Divorcio
Descubrí aterrado que mi mujer me estaba haciendo un algún tipo de hechizo. Bajo la cama, entre cúmulos de polvo, había un vaso con agua debajo del cual estaba una antigua foto donde nadie habría podido predecir que a los treinta y cinco yo comenzaría a quedarme calvo, y al lado se encontraba un mechón de mi cabello amarrado con un lazo rojo.
Había también una calabaza con una paloma muerta dentro.
Mi esposa llegaría de trabajar en cualquier momento. Fotografié todo. Luego bajé apresurado al sótano y me deshice tanto de la figura de tela que me dio el santero como de los alfileres que pensaba clavarle aquella noche. Después llamé a mi abogado y lo convencí de que tenía evidencia: mi mujer estaba un poco loca. Intentaba embrujarme.
Me dijo que dijo que sería fácil demandarla.
Advirtió cómo se desprendió, igual que si se hubiera visto reducido a su conciencia. O a su alma. Se elevó lleno de paz. A punto estaba de dar las gracias por ese momento cuando sintió que lo devolvían a un cuerpo. No se dio cuenta de que no era el suyo hasta que comenzó a cacarear.
Western
La mujer miró hacia ambos lados de la calle. No había nadie, salvo los dos hombres que estaban concentrados el uno en el otro, revólver en mano. Se escucharon tres disparos. Uno de los hombres cayó: el que la había defendido. La mujer pegó un gritó y corrió hacia él. El otro se acercó a ella y se agachó lo suficiente para musitar:
–No te sientas mal. La verdad es que no valías el duelo. A éste le traía ganas desde hacía años.
Aquel tipo guardó el revólver, dio media vuelta, subió a un caballo y se alejó. Ella, con los ojos aún enfundados en lágrimas, lo vio perderse entre una nube de polvo.
–Lo que me deprime –explicó el paciente– es el precio de mi antidepresivo.
Los empleados eran jóvenes, hombre y mujer. Estaban distraídos con otros clientes. Tomé dos películas y las apreté contra mi estómago mientras estudiaba la oferta del puesto. La chica dirigió la mirada hacia mí y dio un codazo a su compañero. El dinero no me alcanzaba. Devolví aquello. Antes de irme, agarré una cinta más, leí la crítica y la puse en su lugar. La muchacha me miró. Giré sobre mis talones. No había dado ni un paso cuando el hombre me enfrentó: abre tu sudadera. La gente se arremolinó. Obedecí. El empleado me esculcó entre aspavientos sin encontrar nada. Cerré la sudadera y le exigí, indignadísimo, una disculpa pública. No sólo me la ofreció, y obligó también a la mujer a hacerlo, sino que me regaló dos películas, las que yo quisiera. Me calmé. Sonreí. Incluso les estreché la mano. Tomé las cintas que pensaba robar originalmente y me alejé a paso rápido del tianguis.
Medio Oriente
El profeta auguró a la multitud una era de paz. Nadie tuvo tiempo de creerle porque cayó abatido a balazos.
El piano
Miró el piano afectuosamente mientras acariciaba la tapa negra: al fin podría dedicarse a ensayar. Desde que él era niño su padre le había notado la habilidad en las manos. Qué piano ni qué nada, dijo el viejo, y le enseñó a bajar un motor. Ahora, gracias a la herencia del anciano, podría tocar hasta hartarse. Y a Aurora, quien lo había visto beber durante veinte años. Ya no. Un último trago y un último coche, le había prometido. Tras un largo sorbo de aguardiente la botella fue a parar al bolsillo del overol. Tomó la caja de herramientas, el gato, y fue al taller. Se dirigió a un costado del automóvil. Un sorbo más antes de colocar el gato. Dejó la botella cerca, a su lado. Era cuestión de sacar la llanta y luego asomarse por debajo. El auto comenzó a subir. Él escuchó un ruido a sus espaldas y quiso volverse. Algo tronó. Segundos más tarde la llanta aplastaba su mano derecha. El contenido de la botella se esparció por el suelo. Para cuando los gritos llegaron a Aurora, su marido sólo pensaba en un trago y en cuánto podrían pagarle por el estúpido piano.
Friday, January 15, 2010
HAPPY JOJOJO!
Sunday, January 10, 2010
CALOR DE ESPEJOS
Para Lio Méndez
"Los espejos deberían pensarlo bien antes de devolver una imagen", Jean Cocteau
mi padre perdió todos los libros que amaba y también los que odiaba como los contables cuyos números partieron con las letras detrás de aquel humo donde se escondían palabras completas de las escenas de perault o blancanieves pero también la misma mirada perdida de mi padre que ni siquiera me reclamaba porque había olvidado el habla para siempre mientras miles de cosas se marchaban con sus letras y las anotaciones de sus inventos puestas en toneladas de papel quemadas desde un principio porque la casa comenzó a arder por el estudio que era lo más cercano al cuarto de baño
mi madre perdió su piano que era leña de la buena y por ello fue lo que más tardó en consumirse acabándose cuando ya todo lo demás había pasado a la otra vida y entonces el pianoforte arrojó unos sonidos de remate como acompañando ese friki friki que hace el fuego cada vez que reventaba una de sus cuerdas y chocaba contra la madera ardiente y daba una nota de esas que a pedacitos tocaba mamá a veces sin saber si era un do o un re o era lo que guardaba el instrumento de aquella serenata diurna o esa con la que me dormía ella cuando yo era un pequeño cuyo final nunca oí y entonces le propuse a esa mujer que recolectáramos sus lágrimas para apagar el incendio y le dije anda má vamos allá y tu lloras y yo junto tus lágrimas y salvamos el piano y salvamos los libros y salvamos lo demás
y su mirada fue el desprecio porque ella no sabía si aún me amaba pero estaba segura que yo había causado ese incendio pero la madera quemada olía bien y eso no lo podía negar ni ella ni nadie
y mi hermana me pegaba con ansias porque en el fuego iban sus muñecas y me gritaba aterrada que nunca volvería a ver sus barbis de cuando era niña ni sus cartas de amor de cuando era adolescente y eres un estúpido me dijo para soltarme la ofensa más reciente que le habían enseñado en la escuela como que eres un ponzoñoso y por eso eres un demonio y amas las llamas del infierno y entonces sí el olor a plástico quemado era realmente culpa de mi hermana por tener tantas muñecas que ahora se consumían y enfermaban el ambiente y otra vez me decía que como había hecho eso yo que era un verdadero animal
y nadie me creía cómo lo había causado porque nadie me oía aunque admitía que yo lo había empezado porque cuando uno es tan niño como yo lo era a veces cometes tonterías pero sólo me creían que mi imprudencia lo había originado pero no daban crédito a mi palabra sobre todo porque según mi madre yo había armado ese cuento para escapar de la culpa que no resistía y por eso no merecía el perdón y sí mamá y yo lo hice y lo lamento pero fue exactamente como yo te dije con un ni nada más ni nada menos
y estaba jugando como siempre frente al espejo
¿te acuerdas que me dijiste como habían inventado el fuego los cavernícolas?
y sí
raspando dos varitas,
¿verdad?,
y yo te pregunte que si todo lo que se frotara a sí mismo haría arder y me dijiste que sí que hasta los humanos ardían cuando se frotaban y te reías al decirlo y yo no te entendí
y me impresionó mucho esa plática y yo intenté hacer fuego con varitas pero nunca lo logré y en el parque estuve 3 horas frotando maderos y llegué a la conclusión que era imposible y que seguramente no lo habían inventado así y saqué una lupa un día y condensé la luz a una hoja y esa sí se incendió y entonces en otra ocasión saqué el espejito de mi hermana y reflejé la luz a la lupa y de ahí a la hoja y también se quemó y una tirita de humo comenzó a volar
y puedo pasar mucho tiempo frente al espejo y llevaba el espejo de mi hermana y lo apunté hacia el espejo del baño y noté algo curioso y el espejo pequeño se reflejaba en el grande y éste en el pequeño y así indefinidamente yo me asomaba y veía decenas de yos enfrente pero no veía el fin
y eso debería tener un fin pero cuando intentaba asomarme el ángulo del espejo ponía fin al reflejo por lo que hice un pequeño agujero en el espejo pequeño y lo sentía por mi hermana porque también estropeé su pequeño espejo y creo que yo echo a perder todo
y apunté al espejo grande de nuevo pero ahora vi a través del agujero y ahora sí vi millones de yos y un túnel infinito y me movía un poco y el ángulo de nuevo hacía perder la imagen y entonces lo fijé en una silla y me asomé
pero creo que tardé demasiado porque al asomarme el espejo se estaba incendiando y el frotar de los espejos causó lo que los tronquitos de los cavernícolas y se frotaron tanto uno a otro que pronto ardieron y el espejo pequeño se calentó y pronto se incendió y luego el grande y yo tuve que salir del baño corriendo pero cuando salí el fuego ya había avanzado a toda la casa y de milagro me salvé y estoy aquí enfrente calentando mis manos para evitar el frío pero no lo creo ya necesario porque no aguantaré a mi padre sin libros ni a mi madre sin piano ni a mi hermana sin cartas o sin barbis, voy a regresar